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SEA AND SCORPION Cap 3

Foto del escritor: Starlight Saint LuStarlight Saint Lu

Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen a mi si no a Masami Kurumada, esto es sin ningún fin de lucro.

Capítulo 3 Impulsos

Scorpio Story

Caminaron juntos en Rodorio hasta un sencillo restaurante y ambos pidieron un sándwich de pollo y una soda en lata. Tras ello, se sentaron frente a frente en una sencilla banca que daba a exterior del pueblo y entre suspiros de pesadez ante el calor y aquella "incomoda" situación en la que los había metido Milo, Camus y Shaina comenzaron a dialogar.

-Lo siento Shaina…-aquellas palabras atraparon la atención de la italiana. - Sé que Milo te ha estado incomodando últimamente, así que me gustaría que fueras sincera conmigo y me dijeras, ¿Qué ha sucedido con los dos?

La amazona que hasta entonces no había entendido aquella invitación a comer tan repentina del santo de Acuario, pronto fue hilando pensamientos y contesto calmada.

-En realidad no mucho, pero su compañero se ha aferrado a tener algún tipo de acercamiento conmigo y no es de mi agrado. - la amazona pauso. - Se claramente sus intenciones conmigo y no me interesan.

Camus emitió un jadeo en forma de risa. Sin duda aquella mujer a su frente era más compleja e inteligente que todo aquella que se decía de ella.

-Entonces no estaba equivocado, ¿es por eso que se ha sentido incomoda con nuestra presencia? - continuo el francés. Ella no le negó.

-Al principio era por una cuestión de orgullo por su intervención en los asuntos administrativos de las amazonas que claramente yo sola podía hacerme cargo, pero después me resigne a las decisiones del Patriarca con el fin de que terminaran pronto, pero ahora ha sucedido esto y me molesta. No me gustan los problemas de este tipo y menos si comprometen mi honor.

-Ya veo. - aseguró el de ojos celestes. -No se preocupe por ello señorita Shaina, déjeme a mí a Milo y trabajemos en conjunto para terminar lo más pronto posible y evitar problemas. Si él insiste, ignórelo, él al final se cansará de su negativa. Yo le apoyaré en ello.

La amazona sonrió bajo su máscara, después de todo no era cualquier aliado la persona a su frente, si no el mejor amigo de Escorpio y santo más prudente de aquella orden.

-x-

Milo no se había movido de su asiento desde que Shaina y Camus habían partido, de hecho, después de dos horas no había abandonado la oficina incluso olvidándose de su propia hambre. Estaba consternado y reflexivo jugueteando en su silla con su pie y la mirada clavada al techo. ¿De que podrían está hablando Camus y Shaina, acaso su amigo tenía interés en la italiana, que demonios había pasado?

El alacrán se negó a su mismo y como broma del destino en ese instante, vio a la amazona de Cobra y al santo de los hielos adentrarse a la oficina. De inmediato enfoco su mirada en ellos para que le tomaran en cuenta, sin embargo, Camus sonrió hacia ella si quiera notar su presencia y le habló en exclusividad a ella:

-Señorita Shaina, ¿le parece si dejamos por hoy el trabajo?, terminaremos mañana, aunque solo quisiera pedirle un favor antes de irse. -la italiana le asintió. -He realizado unos apuntes anoche sobre nuestros avances aquí y quisiera que usted personalmente los llevara ante el Patriarca. ¿Podría pedirle ese favor?

La peliverde asintió y vio al santo de los hielos avanzar hasta su escritorio, ignorando completamente al alacrán y entregándole un folder a ella sobre la puerta. - Gracias.

La italiana salió de la oficina ante la sentencia y casi de inmediato, Milo se alzó de su asiento y estampo su palma en el escritorio, visiblemente molesto.

- ¡Camus!

El francés se sobo la cien ante los reclamos que le esperaban. Sin duda su tarde no sería fácil. Hizo espacio de tiempo para juntar toda su paciencia y volvió hasta el escritorio donde estaba Escorpio, volviendo a tomar papeles en sus manos sin mirar a su igual.

- ¿Por qué invitaste a Shaina a comer, a dónde fueron, de que hablaron? - la ansiedad hablaba a cada palabra del moreno.

-Milo, por favor…

- ¿Te gusta Shaina, es eso lo haces esto para fastidiarme? - objetó Milo con el ceño fruncido.

-Ni uno ni otra, pero deberías pensártelo un poco más antes de fastidiarla, ella no está interesada en ti, me lo ha dejado "muy" claro.

El griego entrecerró los ojos y un gesto de decepción, que de inmediato calmo su ira, se dibujó en su rostro. - ¿Te dijo algo de mí?

-Sí, que no quiere que la fastidies y yo la apoyo. - Milo se dejó caer incrédulo en su asiento ante lo dicho por su amigo. Había sido una estaca directo al corazón. Sin duda Shaina no le mentiría a Camus. El francés dejo caer una vez más los papeles ante el mutismo de su amigo y por fin le hablo directamente a los ojos. -Milo, por favor, déjala en paz, ella no es como las otras amazonas, es diferente y muy inteligente a mi parecer, consigue otra chica si eso te hace sentir bien y alimenta tu ego, pero a ella déjala en paz, es claro que no le agradas.

-No le agrado…-suspiro el griego ocultando su mirada y hablando más para sí mismo. -No le agrado.

Camus negó con la cabeza.

-De acuerdo. - aquellas palabras hicieron alzar una ceja al santo de los hielos. Su amigo había accedido a su petición más fácil de lo que había imaginado. -Si eso quiere, así será.

La seguridad en las palabras de Milo, hicieron creer por primera vez a Camus que el alacrán hablaba en serio. Quizás debía confiar en que así era.

-x-

Tras algunos minutos de "alta concentración", Camus y Milo retomaron sus deberes, sin embargo, Milo poco podía concentrarse aquel día por más que quisiera, su semblante se había vuelto silencioso y taciturno, muy distante a su personalidad diaria, alegre y carismática. Camus supo de inmediato que el orgullo de Milo había sido herido profundamente, él no estaba acostumbrado al rechazo menos de una mujer, por lo que decidió dejarle ir a descansar. Quizás mañana volvería a ser el mismo y olvidaría el asunto.

-Milo, vayamos a descansar también. -el griego ni siquiera miro a su compañero y asintió. -Vete ya, yo cierro la oficina.

El griego le sonrió suavemente y avanzo hasta la puerta, abandonando en sí. Quizás todo volvería a la normalidad.

El santo de Escorpio reflexivo, se hizo camino hacia su Templo tras dejar la oficina ascendiendo las escalinatas de cada uno de los Templos, sin embargo, una escena le sorprendió al llegar a Libra. En la vacía casa de Libra, tras un pilar Shaina permanecía inmóvil viendo con fijación hacia un punto en particular del interior del Templo. El griego se tensó al verla en aquella posición tan inerte, sin embargo, al verla desprenderse de su máscara para poder apreciar mejor la imagen que veía a su frente, le descoloco al escorpión.

El moreno se acercó un poco curioso a ver qué era lo que mantenía tan entretenida a la italiana y vio a través los pilares del Templo al caballero de Pegaso abrazando en la oscuridad y soledad de los pasillos de Libra a su bella diosa Atenea. Seiya sostenía con fraternidad y calma a Saori, bailando ligeramente en su abrazo mientras ella con las manos le sostenía las mejillas. En segundos, la diosa le dio un fugaz beso al filo de sus labios y se dejó confortar en su hombro.

Shaina no lo soporto. Milo entonces giro su rostro hacia donde estaba parada la italiana a metros de si y por fin vio su rostro descubierto emanando algunas lágrimas con sumo dolor.

Shaina desde su sitio, sintió como sus ojos se inundaban de agua en aquel silencio y para no gritar de dolor, se llevó su mano libre a la boca, acallándola. Milo sintió pesadez y tristeza por verla de aquella manera y aunque él no podía imaginar aquel dolor pues jamás le había roto el corazón, suponía que era ardorosa su agonía al ver a aquel par de amantes. Y no era que fuera un secreto en el Santuario que Pegaso y Atena mantenían una relación especial, menos para ella que les había enfrentado alguna vez de la misma manera, pero Shaina no podía dejar atrás aquel sentimiento tan profundo por Pegaso. Para Shaina el amar conllevaba la misma intensidad que morir, que llorar, que vivir.

Milo no dudo y lentamente se acerco a la espalda de ella, posando con suavidad sus manos en sus hombros sin ningún tipo de pretensión. La amazona se sobresaltó al ser descubierta, sin embargo, al enfrentar los ojos de Milo a su espalda, totalmente serios ante su semblante, le reconfortaron. Él de inmediato le negó con la cabeza y sin necesidad de decir nada, en silencio le invito a alejarse de aquella imagen que tanto le lastimaba.

Al alejarse un poco de las escalinatas de Libra, Milo se acercó a Shaina, quien escondía su mirada avergonzada y frustrada, y tomo su rostro en sus manos, limpiándole las lágrimas y observando sus preciosos ojos verdes luminosos y llenos de ansiedad. Sin duda Shaina era una mujer muy hermosa, su mirada azulada se eclipso con sus rasgos, en su respingada nariz, en sus ávidos labios rosados y sus largas pestañas negras que ahora estaba humedecidas y enmarcaban sus pupilas.

Algo en su interior le hizo conmoverse al escorpión. No era la belleza de Shaina lo que le tenía tan embelesado y que en otro momento le hubiese no importado, si no aquella manera tan sensible de ser, oculta siempre bajo su fiereza, logrando una mezcla de belleza física y emocional y de entereza ante el dolor. Milo de pronto sintió un extraño nerviosismo, muy extraño en sí y que le hacía sentir intranquilo y ella, que aún estaba desequilibrada tras lo visto, comenzó a recobrar la consciencia y darse cuenta que no portaba máscara frente a Escorpio.

El santo aun en el silencio, tomo la mano quieta de ella con la máscara y poso la suya con calidez sobre de ella, guiándola hasta su rostro y ayudándole a acomodársela. Milo le esbozo una suave sonrisa sin decir nada más y bajo su mirada, quitándole los papeles que Camus le había dado. Él se haría cargo.

-Descansa Shaina.

El escorpión se dio media vuelta tras despedirse y avanzo unos cuantos pasos con los pensamientos reflexivos en mente hacia otro acceso hacia Libra. Entonces algo sucedió.

-Espera…-la aguda voz de Shaina le dijo a su espalda, deteniendo sus pasos. Un extraño temblar apareció en el cuerpo de Milo. - Quédate.

-Acompáñame y hablemos.

Milo sintió una tensión nerviosa ante las palabras de la italiana. Algo había cambiado en un golpe del destino.

-x-

Sea Story

Era su cumpleaños, Kanon lo sabía. Él y su hermano habían nacido el mismo día, en un mismo respiro, en un mismo vientre. Los años habían pasado y era extraño pasar aquel día que tendría que ser eternamente feliz para cualquier otro, en la soledad de su pilar sin que a nadie le importará si quiera si respiraba. Sentado sobre una columna de la habitación de su pilar, el santo comenzó a reflexionar viendo por el exterior de una ventana, el bello color azul del fondo del mar. ¿Cómo estaría celebrando el imbécil de Saga?, se preguntó, quizás mucho mejor que él en el Santuario, eso era seguro.

Kanon recordó entonces aquel cumpleaños, el que mejor había sido, antes de la muerte del Patriarca y su descenso al mundo marino.

En su recuerdo, Aioros estaba con Saga y el diminuto Aioria, Shura, DeathMask, Dite, Milo y Mu, quien había recién llegado frente al comedor de la Sala Patriarcal, todos atentos a ambos gemelos como si de príncipes se tratara. Las doncellas del lugar habían preparado un sencillo pastel para los gemelos y sobre él, una vela iluminaba el lugar. No había regalos, tampoco celebraciones, solo aquel sencillo alimento a su frente esperando que ambos pidieran un deseo y que les guiaría el resto de sus vidas. Recordaba como Milo, su fiel amiguito y al que utilizaba de vez en cuando para jugarle bromas a su hermano y a Aioros, les había entregado un dibujo a ambos hermanos, sin embargo, el suyo era el mejor pues en él un par de líneas azuladas y rectas dibujaban sus largos cabellos y en letras griegas le describían como" su héroe". Sin duda a ese travieso niño le extrañaba de vez en cuando.

Saga soplo la vela del pastel y él, envidioso se había molestado tanto por ello, que en segundos y ante la ausencia del Patriarca unos momentos, tomo un trozo de pastel y se lo lanzo a Saga en la cara, logrando que él le atacará de igual forma y los demás santos se unieran e iniciaran una guerra con el pastel. Kanon sonrió ante lo divertido que había sido aquel día a pesar del regaño de Shion tras lo sucedido. Sin duda ese había sido el mejor de sus cumpleaños, no como ese en la soledad de un pilar.

En aquel instante, Tethis penetró su habitación y lo saco de sus pensamientos.

- ¿Dragón del Mar? - el geminiano se alzó ante el llamado de ella y le esbozo una bonita sonrisa. Quizás su regalo de cumpleaños había llegado.

-Tethis, pasa.

La rubia le miro al marino, acomodado en una columna de su habitación y ella al verle, se acercó sin emoción aparente.

-Le estábamos esperando en el Salón Principal del Templo de Poseidón, pero usted no apareció.

Kanon alzo su ceja y contestó: -Olvidé que les dije entrenaríamos hoy, enseguida iré.

-No hace falta, todos han ido a comer algo, se han cansado de esperarle. - contesto la rubia.

-Mal nacidos, nunca autorice eso, me las pagaran. - la rubia sonrió ante lo dicho. Podía notar que Kanon en particular ese día estaba de buen humor, de lo contrario, hubiese ido por cada marino y hacerles entrenar hasta desfallecer.

-Bueno, me voy con ellos, solo quería ver si estaba bien.

Kanon vio a la jovencita darse la vuelta y en instantes una idea cruzo en su mente.

-Tethis.

Ella detuvo su paso y giro para verle. - ¿Sucede algo?

- ¿Sabes qué día es hoy?

-No lo sé.

-Mi cumpleaños.

-Oh…- la sorpresa la abrumó con la confesión.

El santo avanzo hacia su cama y se sentó en ella, para buscar algo debajo de ella ante la atención de la rubia. En segundos, Kanon saco debajo de la cama una botella de licor ante la sorpresa de ella y con sus dientes, se deshizo de la tapa de la botella.

Y con la determinación en su cabeza, se acercó hasta ella y a escasos centímetros, le comento:

- ¿Celebramos?

La rubia tardo un poco en reaccionar y subió los hombros sin nada más que hacer. Tethis ante la afirmativa, sintió la mano del Dragón Marino jalarle para seguirle hacia un lado de su cama, haciéndole sentarse en el suelo a su lado.

Y en segundos, Kanon sorbió un poco de la botella en sus manos y tras beber, la ladeo hacia ella para que bebiera consigo. Ella dudo unos segundos con la botella en mano pues no era una diestra bebedora, pero no le negó y con valentía, sorbió aquel trago de alcohol sintiendo su cabeza explotar con ello.

El tiempo tras ello, se fue en pláticas largas, risas y alcohol centrando aquel instante reconfortante, solo en ellos dos como si lo demás no existiese. Y Kanon la vio reír ante sus ocurrencias y chistes sobre sus compañeros marinos, preciosa a su lado. Lo aceptaba, si al principio dudo de la compañía de la sirena y de su propio gusto por ella, ahora le agradaba tenerla a su lado pues realmente se sentía cómodo con su presencia. Quizás el hecho que ambos comenzaban a nublar su razón tras los tragos de licor, influía un poco para sentir tal placer con su compañía. Kanon la vio a su lado reír una vez más tras mantener un largo silencio y él comento con seriedad.

- ¿Por qué te ríes?

-Tu cara es …divertida…-soltó entre risas la sirena al ver la seriedad fingida de Kanon y en segundos volver a estallar en risillas. El santo ahí en el suelo y apoyado en la cama, giro su vista hacia la ventana y vio que la "noche" y oscuridad del mar se avecinaban. Supo entonces que era tiempo de descansar, quizás con suerte al amanecer estaría listo para torturar de nuevo a sus marinos. La celebración había acabado.

El santo se levantó con dificultad y mareo del suelo y una vez incorporado, le extendió su mano a ella para ayudarla a levantarse. La rubia acepto su ayuda y se levanto apoyaba en él, balanceándose torpemente y sosteniéndose unos segundos en el pecho del Dragón marino.

La joven rubia no pudo evitar reír una vez más ante el mareo en su cabeza. Kanon le sostuvo con su brazo.

-Vete ahora, quiero dormir. - sentencio con una sonrisa el Dragón Marino al sentir su cercanía. Ella estaba tentando su suerte al apoyarse así sobre sí.

Ella traviesa, e incitada por el alcohol, le negó con diversión como si de una niña pequeña se tratará.

-No, no me iré hasta que me cuentes ese recuerdo tuyo de tu cumpleaños favorito. - sentencio la rubia con diversión al geminiano. Habían pasado una tarde agradable.

- ¿No te iras? - objeto el marino con una sonrisa coqueta en su rostro y pasando sutilmente su mano por la cintura de la sirena, venciendo los "límites" de la cercanía corporal.

-No, cuéntame. - ella le busco la mirada con insistencia. Los intensos ojos de Kanon se centraron en los azules de ella y descendieron a momentos a sus labios. Estaba cerca, sumamente cerca de su boca.

El Dragón de Mar la miro intensamente, dejando los reflejos de poseerla en aquel instante y la escucho reír a placer a pesar del silencio de la habitación y la abrumante oscuridad que les estaba alcanzando, convirtiendo en sombras su alrededor.

Entonces algo sucedió. Tethis vio el rostro serio, pero con una ligera mirada de travesura de Kanon e hizo hincapié en la estrecha cercanía de su cuerpo y el suyo y apago lentamente su risa. El silencio los eclipso.

Kanon, impulsivo, alzo su mano libre, la poso rápidamente en su nuca y la jalo hacia sus labios violentamente. Tethis poco pudo reaccionar ante aquel acto inesperado, en instantes, el Dragón Marino, aquel superior al que en ocasiones le tenía un poco de miedo y recelo se removía en sus labios con pasión. Parpadeo lentamente un par de veces, asegurándose que eso realmente sucedía y lentamente cerro sus ojos disfrutando de la caricia suave y húmeda en sus labios. Los nervios se removieron en espiral por todo su cuerpo para la sirena, llenándola de adrenalina y perdición. Aquel era su primer beso, no así de Kanon quien ya había experimentado más del amor en los tiempos del Santuario, aunque no era como lo imaginaba y menos de su superior, sin embargo, comenzaba a sentir un fuego en su interior a cada segundo.

El santo hundió los dedos de su mano en los cabellos rubios de la sirena sobre su nuca y apretó un poco de ellos para ejercer más fuerza en su contacto y con ello, no dejarle ir en su encendida pasión.

De pronto, la dama ante la apasionada caricia abrió ligeramente los labios para respirar ante la falta de aliento que el contacto le provocaba, sin embargo, una sorpresa le aguardo. La lengua diestra de Kanon se adentró en su boca y húmeda, comenzó a juguetear con su sumisa lengua, acariciándole el paladar, el filo de su dentadura y meciendo su lengua sobre la suya. Tethis no pudo explicar lo electrizante que era aquel contacto jamás experimentado por si misma pero que le hacía perder la razón. Era muy placentero.

Entonces un pensamiento paso en la mente de la sirena: "Julián", su amor secreto.

De inmediato, ella empujo a Kanon del pecho y lo alejo de si, llevándose la mano a la boca para limpiar los restos de saliva de ambos. El Dragón se quedó quieto ante el gesto de confusión y desconcierto de ella y le sonrió cínicamente.

-Ahora este es mi cumpleaños favorito. - sentencio el santo con diversión.

La sirena, de inmediato se hizo a un lado de la silueta de Kanon y corrió fuera de aquella habitación, totalmente confundida. Kanon sonrió viendo partir confusa a la rubia y avanzo hasta su cama, echándose rendido en ella por su ebriedad. Sin duda, un nuevo "interés" se había despertado en sí y la sirena.

Continuará….

Gracias por leer, ¡que las estrellas les lleven sus sueños y aún mas lejos, bonita noche!

 
 
 

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