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REMOLINO 2 (SAORI Y SEIYA)

Foto del escritor: Starlight Saint LuStarlight Saint Lu

Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen a mi si no a Masami Kurumada, esto es sin ningún fin de lucro. Contiene texto sexual ligero, advertidos están.

Capítulo 8 Remolino

Saori y Seiya

Era una completa locura. Cuando Seiya penetró a su privado en la Sala de Atena con aquellos boletos en mano y los estrello con determinación en su escritorio sobre los pergaminos antiguos que revisaba, ella solo atinó a sonreir nerviosa.

Tomó los boletos en sus manos, leyó las enormes letras en ellos y vio el destino con sorpresa.

-¿Un campamento?

El castaño asintió alegre. -Esto quiero que sea mi regalo de cumpleaños.

-¡¿Qué?!

El santo se rascó los cabellos, nervioso al ver la preciosa sonrisa que solo él podía lograr en ella. -¡Me prometiste que hariamos lo que yo quisiera ese día!, bueno , creo que esto será divertido.

Ella negó incrédula. -Se que no es un lugar al que acostumbras ir ni propio de ti, pero me gustaria pasar tiempo solo contigo y sin que nadie nos este "mosqueando" a cada momento. -la frase hizo reir ligeramente a la dama.

Ella le hizo un ademán para que sentara en la enorme silla de madera a su frente, tratando de controlar la emoción que imaginar tiempo a solas con Pegaso le provocaba, sin embargo su razón le hizo negarse a la invitación.

-Seiya, el Patriarca no lo aprobará. -la bella dama con vestido griego y báculo de Nike a espalda suya, dibujo un gesto de nostalgia.- Me encantaría ir contigo, me hace mucha ilusión si quiera imaginarlo, sin embargo, Atena no puede tener "vacaciones", ni si quiera puede ir más allá de Rodorio, ¿cómo podriamos ir?.

-¿Fue muy estúpido de mi parte si quiera pensarlo, verdad?.- la decepción en el rostro y tono de voz del castaño se dibujo. -Fue una estupidez.

El santo se levantó de su silla, tomó los boletos del campamento en sus manos y apretó sus puños frustrado, avanzando hacia la puerta sin emitir palabra alguna.

-Seiya. - soltó ella con tono dulce.

-Regresó después, necesito despejarme un poco.

El santo cerró la puerta de la sala de Atena con tristeza y la diosa se dejo caer en la silla que reposaba, completamente nostálgica. En esos momentos Saori deseaba tanto ser "normal".

-x-

La comida a medio día como se acostumbraba se inicio, los trece santos de su orden se reunían para acompañarla en sus alimentos alrededor de un gran comedor dispuesto en el Salón del Patriarca. Esa era la única ocasión del día en que ella podía compartir una charla alegre o ver convivir a sus santos a plenitud sin ningún tipo de rencor. Adoraba ese momento del día porque era el único momento en que podía sentirse libre de cualquier responsabilidad y disfrutar de la calma sin más, sin embargo, ese día el asiento a su lado permanecia vacio. Seiya esta vez no le acompañaba como todos los días a esa comida, quizás aun decepcionado por negarle su compañia a aquel campamento. La hermosa japonesa poco pudo probar de la sopa a su frente, pues solo pensaba en donde se encontraría su amado caballero.

Para el Patriarca y el resto de los santos de su orden, el gesto de nostalgia de la dama jugueteando con su comida no paso desapercibido.

-¿Se encuentra bien, mi señora?.- la diosa por fin se percató de que tenía la mirada de todos los demás sobre de sí.

-Ah...si.- soltó apenada la diosa y escondiendo su mirada de nuevo en su plato. Los demás santos se miraron traviesamente entre si por lo divertido del asunto, deduciendo totalmente que el motivo que mantenía tan distraída a su joven protegida no era otro que "la ausencia de Seiya".

Sin prevenirlo, la puerta del comedor se abrió intempestivamente y trajo la presencia de Seiya al interior del salón. De inmediato los ojos celestes de Atena se iluminaron al verle y todos atendieron a su presencia.

-¡Vaya hora de llegar, niño!-gritó Deathmask en el silencio.

-Disculpen la demora.- comentó el Pegaso amable y de inmediato tomó asiento en su respectiva silla a lado de la diosa, devolviendole una mirada fugaz y dirigiéndose al resto. Ella le analizo en segundos, observando a detalle si el santo aún se encontraba molesto o no por su negativa. La sonrisa traviesa de él mientras una doncella servia su plato, le advirtió que algo estaba tramando el santo.

-Patriarca...-alzó la voz el Pegaso. -Hay algo que quiero decirle.

El lemuriano a lado de Saori, le dio toda su atención tras lo dicho.

-Quiero ir con Atena a acampar a las afueras de la Ciudad.

El resto de santos hizo un silencio profundo con la propuesta deteniendo sus movimientos mientras que Milo comenzaba a toser por la comida atorada en su boca debido a la impresión y Aioria le golpeaba la espalda:

-Algo se me atoró en el pescuezo. -decía el alacrán con dificultad tomando una copa de agua para no atragantarse.

Shion volvió su atención tras ver a Milo recuperarse, incrédulo al Pegaso.

- ¡Seiya!- le reprimio ella en un murmullo. A él no le intereso.

-Patriarca, se que Atena tiene muchos deberes y que no puede salir del Santuario por lo peligros que corre, sin embargo, ella también solo es una chica como yo, tiene que ver el mundo con sus propios ojos, vivir todas las experiencias posibles para dar lo mejor de si en cada momento pero sobre todo, ella debe ser feliz, mas de lo que ya lo es este lugar.

Todos le miraron atentos y confusos.

-Seiya...-murmuro la japonesa conmovida.

-Déjela ir conmigo solo dos días a ese lugar, voy a cuidarla, se lo prometo.

El lemuriano iba a negar suavemente con la propuesta, sin embargo Dohko, que departía a su lado, sostuvo su brazo y le comentó a ellos con seguridad.

-Es una gran idea, vayan, ella debe estar abatida todo el tiempo aquí encerrada con nosotros. Necesita despejarse -el resto de santos miraron a Libra, confundidos.

-Confiamos en ti Seiya, sabemos que la cuidaras mejor que nadie y por dos días no creo que pase nada. -soltó Libra sin reparo.

-Dohko. -la amplia sonrisa llena de confianza de Libra, hizo dudar al lemuriano.

-¿Usted que dice, mi señora?.-pregunto Aioria con una sonrisa a la diosa. Ella solo pudo sonrojarse, pero sus ojos luminosos decian a claridad lo bello que era para ella la idea.

-Esta bien, pero alguien les acompañará solo si es necesario. -el lemuriano accedió observo la sonrisa de Pegaso y el gesto incrédulo de Saori por el consentimiento.

-¡Deathmask!

El señalado se erizó al escuchar su nombre en labios de Shion.-Iras con ellos por si surge cualquier inconveniente.

-¡¿Qué?!-los demás sonrieron ante el gesto de desánimo del cangrejo. La diversión estaba por comenzar.

-x-

El día llegó, sábado por la mañana y Saori, Seiya y Deathmask de ropas casuales y mochilas sencillas abordaron un auto dispuesto para ellos a las afueras del Santuario con rumbo al lugar donde acamparían los tres, a varios kilómetros lejos de ahí. Los dos adolescentes estaba realmente contentos en esas pequeñas vacaciones, a excepción de Cáncer quién no dejaba de refunfuñiar al estar de "mal tercio" y sobretodo imaginándose acampando con lo que eso implicaba.

Tras varias horas de trayecto en carretera, por fin el trío llegó hasta aquel bosque fuera de Atenas, con cabañas hechas con troncos y un hermoso lago donde pocos turistas se aventuraba a nadar a pesar de la baja temperatura.

Bajo un bello árbol, el duo de santos y diosa bajaron sus mochilas y equipamentos de viaje y se dedicaron a admirar el bello paisaje.

-Pondré la casa de campaña aquí. -aseguro Seiya hacia la bella jovencita su lado de jeans, sudadera y gorra de beisbol que le había pedido Seiya a Seika para su aventura.

Ella jamás había usado ropas tan cómodas por lo que estaba agradecida de no llevar, en esa ocasión, sus elegantes ropas de siempre.

-De acuerdo, es buen lugar.

El cangrejo de inmediato se negó a dormir con ellos y menos en el suelo, por lo que se alejo de ellos dirigiéndose a las cabañas de troncos que rentaban en el lugar para que, una vez a solas en su cuarto asignado, sacará una botella de whisky, un repelente y un par de libros. Sin duda, él desconocería al par de "enamorados" a partir de aquel momento hasta el día de volver.

Seiya comenzo a armar la casa de campaña, las camas inflables prestadas por sus amigos y a acomodar las cobijas debajo del arbusto mientras ella leía el instructivo del montaje de todo ello, sentada en el pasto.

Luego entonces cuando el santo terminó de armar la casa, apiló un par de troncos afuera de ella en forma de fogata que una vez a la luz de la luna, encendería.

El atardecer pronto estaría por eclipsar por lo que Seiya una vez que termino sus tareas, se acomodo donde estaba sentada la diosa y la abrazo sin restricción, dejándose inundar la mirada con el paisaje del lugar.

-¿Ya habías acampado antes?-le pregunto ella al ver las habilidades del santo con la casa de campaña.

-Si, una vez con Hyoga, Shun e Ikki hace unos meses, de hecho ellos fueron los de la idea de que vinieramos tú y yo para mi cumpleaños.

Ella sonrió cobijada con su calor, percibiendo su mejilla junto a la suya. -¿Y usted, señorita Saori Kido, lo había hecho alguna vez?

Ella negó feliz.

-¡Vaya!, entonces esto es un lujo que los ricos no se pueden dar.

-¡Oye! -le reprendio ella divertida. Hacia mucho tiempo en que Saori se había olvidado de cosas tan frívolas como el dinero, joyas o los lujos. Lo único realmente importante era a compañía del santo a su lado. Seguro si Tatsumi les sorprendiera de aquella manera, le daría un infarto fulminante.

La noche avecinaba con abrazarlos rápidamente con los colores cambiantes violetas del cielo, así como el frío viento, por lo que el santo prendió fuego a la fogata que había armado con anticipación, dejando escapar luciérnagas de leña encendida que le daba un aire aún mas mágico a su cita. Luego entonces, el japonés saco una bolsa con bocadillos, botanas y bombones que había comprado anteriormente, abriendo una de ellas y llevándose a la boca las frituras en su interior, ofreciéndole a ella.

Ella nunca había probado frituras en bolsa, por lo que la sensación de ellas en su lengua le hizo sonreir. Era un placer delicioso.

-¿Están ricas, cierto?. -ella asintió mientras él tomaba la bolsa de bombones e introducía algunos en un palillo de madera.

-¿ Qué haces?. - pregunto la pelilila al verlo atento en su tarea.

- Cuando acampas, debes comer bombones derretidos, es tradición, eso me aseguro Shun, además son deliciosos. - Pegaso sonrio colocando la brocheta de bombones hecha por sus manos sobre el fuego.- Los colocas en la fogata, los quemas un poco y luego te los comes.

-¿ Enserio?

-En serio.

El santo observó uno de los bombones colorearse de carbón al quemarse en su fogata y de inmediato lo acerco a su boca, soplando un poco para ofertarlos a ella y que no se quemara al comerlos.

-Pruébalo.- la diosa obedeció sin dudas ante la oferta y mordio el bombón derretido, sorprendiéndose por el dulce sabor. Sin embargo, al hacerlo, un poco de azúcar del bombón se quedo en sus labios.

El castaño río ante la forma tan infantil y tierna que la diosa se veía con el dulce en su boca, y lentamente paso sus dedos por los labios de ella tratando de limpiarla y fijo su mirada juguetona en sus labios. Ella se tensó, completamente nerviosa por el tacto y sonrió sonrojada. La cercanía de Seiya le encendia los sentidos.

-¡Ah! , también traje algo que me costo trabajo conseguir. .-el santo recordó un detalle más en su mochila.

El santo sin levantarse del suelo, busco una mochila a su espalda, misma de donde había sacado las frituras y de ahí emergió una pequeña botella oscura que escondio traviesamente en su espalda.

-¿Qué es?

Los ojos curiosos de la diosa hicieron divertirse aún más al Pegaso.

-Ya que mañana es mi cumpleaños, traje algo para celebrar y que no se consigue fácilmente, al menos no en Atenas.

-¡ Ya dime!-objeto alegre la diosa al ver al santo esconder la botella. Él no se negó más.

- ¡Ta-chan!- el santo descubrió la botella. - Es sake, me lo envio Ikki desde Japón.

La diosa ruborizo su cara al saber el contenido. - Tomemos solo un trago, ¿bien?, solo por celebrar.

Ella asintió sin mucho afán, después de todo, un trago no era mucho alcohol y ella ya era diestra con el vino.

El santo abrió la pequeña botella y se la ofreció dócilmente.-Bebé primero.

-Felicidades caballero Pegaso. -objeto ella suavemente con la botella en manos y sorbió un poco de la botella. De inmediato, la diosa arrugo la frente ante el amargo licor y le cedió la botellita a su amado. La sensación ardorosa aún estaba en su garganta.

-Gracias Atena. -sonrió el santo afable y sin pensar, bebió un trago hondo del licor, esbozando así un gesto divertido al sorberlo que la hizo estallar en risas. Definitivamente era un alcohol fuerte.

Luego entonces el santo se quedó observando fijamente a la bella diosa a su lado, con el rostro únicamente iluminado por la luz del fuego y sus cabellos removiéndose ligeramente con el viento. Ella se sonrojo al tener la total atención del Pegaso. Él estaba embelesado, no era posible tanta belleza en una sola persona... en ella su diosa, su amada diosa. Suiza nunca se cansaría de verla, quería inundarse las pupilas totalmente de ella.

-x-

La madrugada sorprendió a ambos entre charla y risas, eclipsándolos en su propia burbuja de amor ante la soledad y belleza del lugar. La fogata ya casi estaba por extinguirse, por lo que Pegaso decidió hacer lo más prudente a esas horas, ir a descansar.

El santo se adentro a la casa de campaña con ella, cerrando el interior y acomodo las almohadas de la diosa sobre la cama, invitándola a recostarse en la designada para ella mientras él, a centímetros , destendía la suya. Los ojos brillantes de la diosa se alegraron al estar en esa pequeña casa, maravillándose de la experiencia de dormir en tal lugar como si de una niña se tratará. Todo se sentía mágico, era un pequeño mundo donde solo existían ellos dos. La diosa estaba mas que feliz por la experiencia, el ir a aquel lugar se sentía como una bendición.

-Si no puedes dormir, hace frío, o es incómodo, dímelo e iremos mejor a rentar una cabaña como DeathMask.- objetó el Pegaso amable.-No me gustaría que pasaras un mal día o no descansaras adecuadamente por mi culpa.

-Esta bien por mi, me encanta. -confesó la diosa acomodándose en la cama inflable, adentrándose en las cobijas. -Espero no ronques. -bromeó ella tímidamente. El no tuvo reparó en reir desparpajadamente ante lo dicho y se acomodó en la suya en plena oscuridad.

Saori recosto su cabeza en la almohada al igual que Seiya, mirándose el uno al otro a escaso centímetros de sí. Fue entonces que él sonrió tiernamente al dormir con ella de aquella manera. Realmente sería un recuerdo que no olvidaría.

-¿ Te arrepientes de haber venido?-preguntó el Pegaso estirando su mano hacia ella por el suelo que les separaba. Ella negó en su almohada y cómplice, estiro su delgada mano hacia él, situándola sobre la suya. Las orbes chocolate de Seiya, tan alegres y seguras le eclipsaron la atención. Quizás había sido el alcohol, pero ella sentía que estaban en otra dimensión, envolviéndolos en estrellas vaporosas, como el manto sobre de ellos. Los dos guardaron silencio esperando Morfeo y suspiraron el uno para el otro en sintonía con su corazón.

-Saori...-pronunció el santo con dulzura. -Te amo.

Las palabras del Pegaso en ese susurro le revolvieron todos los nervios a la bella dama, era como si choque de electricidad le llenara de cosquillas el cuerpo, eliminando su cansancio.

-Seiya...

-Te amo tanto.

La mano del santo la sostuvo con mas fuerza y la jalo ligeramente hacia si, queriendo vencer la distancia de tenerla lejos. Ella no se resistió y emocionada tras lo dicho y con toda esa aura mágica donde solo eran simples humanos, ella se dejo ir por la fuerza suave del brazo de Pegaso que la arrastro lentamente hacia su cama. Él era especial.

En segundos, su cuerpo frágil aparecio sobre la silueta del Pegaso, afianzadose a su cintura y emanando un calor delicioso. Los largos cabellos de ella cayeron por el borde de su nuca, enmarcandole su bello rostro mientras sus labios se abrian anhelantes. Ese solo podía ser un privilegio que el Pegaso tendría para toda su vida. El silencio hizo eco en la escena.

-Yo también a ti, Seiya.- soltó la diosa al ver los ojos anhelantes del castaño. Quiso llorar de sentimiento, pero se aguardo. El santo cerró sus ojos y alzo sus labios hacia ella animado por el poco alcohol en sus venas. No había más que decir. Él era completamente suyo.

Ella le imitó y unio sus labios delicadamente con el Pegaso, percibiendo su pesada respiración al borde de sus labios. Una vibración lánguida se hizo en sus cuerpos, elevandoles la temperatura con el tacto.

Seiya subio sus manos por la espalda de la diosa y ella se erizo ante la caricia, arqueándose por la intensidad de sus movimientos, antes tiernos,que se afianzaban como ráfaga en su interior. Quizás lo mas prudente era alejarse,mantenerse intacta en su pureza como en siglos anteriores, pero el calor de Pegaso era infinitamente estremecedor como para alejarle. Ella ya no pensaba con la razón, después de todo quiza esa era una manera de agradecerle a él tanto sacrificio en su nombre, él tendría el privilegio de rozar la piel de la diosa.

Seiya se hizo espacio entre la abertura de los labios de la diosa e introdujo su lengua sin miramientos, iniciando una lucha con ella, que inexperta le correspondía. Él no dejaría lugar sin explorar.

Ya no pudieron resistir más. Las manos del santo descendieron por el borde de la ropas de la dama mientras su boca abandonaba extasiada sus labios, buscando la curvatura de su cuello e inundando su nariz del aroma dulce de ella. Ella era perfecta.

-Seiya...-esbozo en jadeos tímidos al sentir la lengua del santo arrastrarse en su virginal piel. Nadie se había atrevido a llegar tan lejos.

Pegaso subió las ropas de la dama en su ansiedad y le descubrió del torso, para después rodarse y acomodarla bajo su abrazo sin dejarle objetar. Los cabellos lilas de ella se esparcieron por la almohada como constelación, mientras su mirada brillaba como tal, con cierto miedo y timidez por aquella forma de amar desconocida. El vaivén agitado del pecho en ropa interior de la diosa, encendieron las mejillas del santo y sus ojos se nublaron analizando a detalle cada centímetro de piel. Era tan hermosa que su cuerpo se estremeció, dejándole correr su sangre vibrante por sus venas.

El santo toscamente se quitó su suéter y camisa exponiendo su fornido torso.

-Seiya...-pronuncio ella anhelante al tenerle tan cerca, expuesto piel a piel. Había cicatrices en él de todas aquellas veces que le protegió, tan bellas a sus ojos que acarició con sus delgados dedos con suavidad. Era suyo, su bello caballero. El toque delicado de ella erizo la piel del santo, electrizando cada poro. No pudo más, tenía que sentirla en su piel.

El santo retomó su labor ahora en el oído de la bella dama y pronto en movimientos sutiles y tímidos se deshizo de las pocas ropas faltantes que no les dejaban amarse a plenitud. Ella no le negó.

Y una vez, en completa desnudez bajo el abrazo de las cobijas, el santo se hizo espacio en la figura de la diosa y se dejo contornear la figura con sus níveos muslos. Era hora de terminar su suplicio.

Los besos hambrientos del santo se saciaron arrebatados de ella, pues quiza jamás volvería a tenerla de aquella manera, así que sin perder el precioso tiempo y al descubrirla completamente como mujer, se adentro a su frágil con lentitud. Ella era su regalo, su precioso regalo.

-Te amo con todo mi corazón, Saori...-esbozo en un jadeo el santo al estar completamente unido a ella. La gloria los alcanzo a plenitud.

-Seiya...

La diosa se rindió completamente a las cosquillas electrizantes por todo su cuerpo, dejando escapar tímidos gemidos de placer nublantes al ritmo que las caderas le marcaban. Nunca se imaginó que la sensación de la unión de sus cuerpos se sintiera tan bien, tan relajante, tan enloquecedora. La diosa se aferro a los huesos en la espalda del moreno en su acople y busco refugio ante las ardientes embestidas de su amado, en la curvatura de su cuello. Su olor varonil inundo cada uno de sus poros y no le importaba, ella deseaba guardar en su memoria aquel nítido aroma.

Pronto el sudor en la frente de Seiya se reflejó, mostrando el estrés y frenesí al sentir el calor del vientre de la diosa, atendiendole con espasmos alegres en su cintura. El clímax de su atrevimiento está a por llegar.

Una espiral de deseo se enmarco en la espalda del santo, apresurando sus alientos y dejando descargar su esencia dentro de la figura de la dama como si su cosmos explotara el mundo. Su mundo colapso.

El santo se echó a un lado antes de caer completamente exhausto de placer y se abrazo fuertemente a la espalda de la bella pelilila como si el mundo fuera a separarlos. El la protegería con su abrazo.

- Saori, mi Saori.- su nombre sonaba precioso en voz del Pegaso. Solo él se atrevía a llamarla por su nombre y podía recordarle en segundos que ella era simplemente una mortal, solo él la había protegido con tanto amor, solo con él se sentía completa. Él era su felicidad, su mayor secreto celosamente oculto.

-Te amo Seiya, solo a ti, como a nadie más.

El santo suspiro y comenzó a dormitar con infinita tranquilidad. La paz había llegado para ambos, en ese su pequeño mundo donde ambos solo eran simples mortales.

Continuará...

(Saint Lu les saluda lectores) ¡Ya volví amigos! , espero les gusté este capítulo ,a mi la verdad si y un montón.


 
 
 

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