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COSAS Y AMISTADES HABITUALES Cap 2

Foto del escritor: Starlight Saint LuStarlight Saint Lu

Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen a mi si no a Masami Kurumada, esto es sin ningún fin de lucro.

Capítulo 2: La olla de Atena y medicinas.

Gripe, era definitivo. Fue el veredicto que dio el médico principal de la Fuente de Atena cuando la diosa volvió a estornudar frente a ellos en aquel gran comedor de su sala, donde se reunían todas las mañanas sus caballeros de oro junto a ella para desayunar. Todos los presentes se preocuparon por ella de inmediato y la dejaron al cuidado de Shion, Dohko y Seiya, invitándola casi a la fuerza a que no abandonara la cama de su privado hasta que se recuperara mientras ellos montaban guardia a su cuidado.

Y así lo hizo ella, aunque eso no quitara la preocupación de ciertos santos sobre su estado a pesar de no ser tan grave. Sobretodo uno en particular.

Milo, el santo de la octava casa, estaba muy preocupado a pesar de ser solo una gripe. Después de todo, aquella bella jovencita que le sonreía con calidez era una simple chica con una enorme responsabilidad a cuestas pretendiendo ser una diosa invulnerable, ella tambien necesitaba cuidados, por lo que cuando concluyo el almuerzo junto a ella, una idea cruzo en su cabeza.

Cuando era pequeño, recordó la vez que enfermo de gravedad junto a Aioria pues al jugar bajo la lluvia sin supervisión de Saga y Aioros, habían pillado una gripe severa que les había mantenidoa los dos en cama largos días y también recordó como un par de doncellas les habían dado un gran remedio para curarles. "sopa".

Sinceramente no era un diestro cocinero, de hecho, él nunca cocinaba, siempre esperaba a que su doncella le hiciera la comida pues su comida en ocasiones, lo aceptaba, "sabia rara", por lo que pensó en pedirle a ella que le hiciera sopa, pero después se negó a esa opción, pues claramente no tendría su "cariño" ni sería un detalle digno para su diosa, por lo que quiso experimentar sus habilidades culinarias para ella.

Busco en la alacena de su privado cualquier artículo en su despensa que pudiera servirle y al fondo de ella encontró un pequeño recetario que ni el mismo sabía de su existencia. ¡Eureka!, los dioses le habían ayudado. Hojeó un poco en el interior y detuvo su vista en una página en medio.

" Sopa" platillo ideal para aliviar enfermedades, decía en la escritura del pequeño recetario.

El escorpión sonrió complacido y observo a su alrededor notando que sin duda contaba con lo necesario para prepararla.

Tomo una olla, a la que nombro "Olla de Atena" y comenzó a acomodar todos los ingredientes para su preparación.

Milo tomo un poco de pasta de harina y comenzó a freírla en la olla como decía en el recetario observando con diligencia el interior de la cacerola mientras volvía de vez al recetario y revolvía la olla. Luego entonces, depositó algunas verduras en lata y agua y volvió a menear la olla.

Sin prevenirlo, una presencia mientras desarrollaba su tarea se posó en minutos en la puerta de su cocina y le miro en silencio.

El alacrán giro su vista al ver una sombra en su puerta y vio como fantasma, la presencia de su amigo de los hielos, sobresaltándose al momento.

-Me asustaste, ¿qué haces aquí, Cam?

El francés oteo por el interior de la cocina y se aproximó hasta donde su amigo removía el interior de una olla, observando su tarea. -Llevas horas que no vas a molestar a Acuario, temía por tu integridad.

- ¡Oh!, el día del drama llegó...-sonrió el alacrán y le empujo con su hombro a su compañero. - Camus, ¿acaso me extrañaste?

-Quizás, un poco. -le soltó sin expresión aparente el francés. - ¿Qué haces?

-Sopa para Atena, quiero llevarle algo para que mejore, me sentí mal por verla enferma esta mañana en el comedor.

El francés sonrió irónico y alzo sus cejas con duda.

-Quizá deberías abstenerte, puede que la intoxiques y empeore. -soltó su compañero. -Todo mundo sabe que lo más que sabes cocinar son sándwiches exóticos como el que le diste a Aioria de cátsup, frituras y jamón y el cual lo enfermo por días.

- ¡Oye! - comento fastidiado el alacrán alzando el librito a su lado. -Tengo un recetario en la mano por si no lo ves señor sabihondo, con esto nada fallará, así que, si no tienes nada mejor que hacer, puedes volver donde viniste y no molestarme.

El francés se sorprendió ante el fastidio del alacrán y rio divertido para sí. Luego le devolvió una mirada suspicaz a su igual y le removió el hombro para calmar su irritación. -Me quedaré a tu lado, no quiero que incendies Escorpio, Milo.

Milo chasqueó la lengua y volvió a leer el recetario con atención mientras Camus veía el interior de la cacerola. Él tampoco era un diestro cocinero, solo cocinaba lo básico, sin embargo, si sabía distinguir entre una buena comida y sinceramente el aspecto de la incipiente sopa de Milo distaba mucho de ello, aun así, le apoyaría.

Tras varios minutos de ver al santo de Escorpio remover la pasta hasta verla quemarse un poco, Camus habló.

- ¿Quieres que te ayude?

- ¡No! -grito fastidiado el alacrán. - y luego musito totalmente concentrado en el recetario. -Yo puedo solo, solo debo agregar el puré de tomate a la pasta y estará lista.

Milo tomo un vaso de agua, se lo echo a la pasta nuevamente para continuar su preparación y luego observo a sus ingredientes a alrededor, poniendo cara de pánico al instante.

- ¡Oh! No tengo puré de tomate y es esencial para la sopa.

Camus observo a su alrededor y tomo dos tomates de un canasto de frutos que guardaba su doncella cerca de la cocina. -Pero tienes tomates, zopenco, puedes molerlos y hacerlo puré con la licuadora.

El alacrán ilumino sus ojos y sonrió irónico hacia su amigo. - Ya lo sabía Cam, eso mismo iba a hacer.

Milo tomó los tomates de manos de su amigo y los deposito en su licuadora, misma que ya estaba lista para usarse pero que mantenía su tapa escondida entre algunos platos sucios del lavabo.

-Cam, ¿ves por algún lado la tapa de la licuadora?

El santo de los hielos ante aquella cuestión, comenzó a buscarla junto a su amigo por toda la alacena, sin embargo, tras varios segundos de no verla, el griego decidió no utilizarla y sin que Camus se diera cuenta, se le hizo fácil echarla a andar de aquella manera.

Mala idea. Los trozos de jitomate al echar al prender la licuadora, comenzaron a salir por doquier y caer en sus prendas y paredes mientras por la fricción del aparato comenzaba a emanar humo.

- ¡Apágala Milo, apágala! -grito el francés tapándose con las manos el rostro para no mancharse y viendo el jitomate en la licuadora volar por todo toda la cocina del Templo. El alacrán asustado y al verla emanando humo, pincho el botón de apagado de su licuadora y detuvo aquella masacre de jitomates que para ese entonces ya le había manchado la ropa suya y la de su amigo, así como las paredes. Sin duda ellos tenían muchas habilidades en batalla, nadie comparaba su fuerza, no así con cuestiones de preparación de comida.

- ¡Por los dioses! - soltó Milo con incredulidad y diversión. -No sabía que haría eso si no le pones la tapa.

Y una vez que la calma volvió, los dos santos se acercaron a la licuadora con recelo.

- ¡Oh!,se ha roto. -dijo el alacrán con un gesto de sorpresa y hasta un tanto infantil.

El francés resopló para sí tratando de juntar toda su paciencia al ver sus ropas manchadas y el lugar hecho un desastre. Había sido un fracaso su realización de puré. Luego entonces, los dos santos compartieron una mirada de resignación y en segundos, Milo de inmediato volvió hacia el galo con una sonrisa.

-Cam, préstame la tuya.

El francés alzo sus manos en señal de paz y le negó. - ¡Oh, no!, ¿para que la rompas?, no.

-Bueno siendo ese el caso, iré con Aioria, él debe tener una. - suspiro el santo, apagando su cacerola del fuego y tomándola con un guante de hornear colgado a su frente y con otra mano libre, la licuadora rota. -Me llevare la sopa a Leo y ahí la terminaré. ¿Vas conmigo, Cam?

El francés se apretó la cien al imaginar tal desastre y suspiro resignado. -Ok, está bien.

Después de todo, no podrá ser peor del que ya les había sucedido.

-x-

En instantes, el dúo de santos llegó hasta Leo donde Aioros y Aioria platicaban para su buena suerte, en el interior de la cocina.

Ambos hermanos fueron sorprendidos con la presencia de Milo" el chef" y su pinche, es decir, su ayudante Camus al filo de su puerta. Su completa atención se dedicó a ellos, concluyendo su charla de inmediato al verles, aunque la risa les gano al ver a los recién llegados manchados de jitomate como si se hubiesen disputado una "batalla de mil días" con ellos.

- ¿Qué sucedió? -dijo Aioria al ver la licuadora rota de Milo y la olla en sus manos. El alacrán suspiro con cansancio y deposito frente a ellos la olla y licuadora.

-Quise hacer una sopa para Atena ya que está enferma, pero tuve un incidente con ello en mi Templo. - suspiro el santo con cierta frustración- Necesitaba puré de tomate, pero no tenia en la alacena y Camus. - el alacrán señalo a su amigo como culpable, centrando la atención de los hermanos en él y haciéndole fruncir su ceño de inmediato. -Me dijo que bastaba con moler unos cuantos, en la licuadora, pero se ha roto, ¿puedes prestarme la tuya?, quiero terminar esto lo más pronto posible, creo que me estoy dando por vencido de ello.

-Ya veo, bichuelo. - comento Leo tratando de reprimir su risa junto a su hermano por su aventura por tan solo por una sopa.

- ¿Me prestaras la tuya? - cuestiono el escorpión sin mucho ánimo.

-Mejor aún, te daré un puré de mi alacena.

- ¡Genial! - dijo el alacrán con un poco más de alegría y vio a su amigo avanzar hacia la alacena. El arquero quien permanecía ahí quieto, comentó:

- ¿Porque tiene ese aspecto? -pregunto Aioros al ver el color de la sopa a su frente, muy peculiar.

-Milo y Camus observaron el interior de la olla sin entender.

-No lo sabemos, pero seguro es porque le falta el puré. - atendió el alacrán.

El alacrán tomó la olla y la puso sobre la estufa de Leo, volviendo a cocer su sopa con agua y verduras y añadiéndole el puré de tomate de Aioria, así como un poco de sal.

El cuarteto comenzó a charlar mientras la sopa se mantenía en la estufa y cuando comenzó a brotar burbujas, el alacrán apagó la estufa y poso la olla de Atena frente a todos los demás.

-Voy a probarla. -sentencio el santo del alacrán ante la mirada curiosa de todos, tomando una cuchara de la alacena de Aioria y hundiéndola en su sopa.

- ¿Y bien? -preguntaron todos al unísono totalmente curiosos de su preparación. El Escorpión alzo su ceja, sorprendido.

- ¡Sabe genial, soy grandioso!

Los demás santos se miraron entre sí sin entender aquel milagro pues todos sabían de las pocas cualidades en la cocina del santo y Leo tomó la cuchara de Milo para comprobarlo. Aioria hundió el cubierto en la sopa, tomando un poco y suspiro pensando en que mal sabor se llevaría a la boca.

Abrió los ojos incrédulos al sorberla, la sopa sabia deliciosa.

-Sabe bien. - asintió el felino.

-A ver...-Camus tomo la cuchara y probo un poco ante la sonrisa alegre de Milo por su triunfo. Era verdad, su amigo lo había logrado.

-Debí creerte bicho.

Los santos sonrieron entre ellos y de inmediato llamaron a la doncella que rondaba Leo para hacerle entregar de aquella su "olla de Atena" con sopa, para que la llevara en sus nombres.

-x-

Media hora después, entro una doncella con una olla y nota al salón de Atena donde Shion, Dohko y Seiya veían a la diosa reposar sobre su cama y platicaba entre ellos.

-Mi señora...- hablo la doncella hacia ellos, provocando el silencio entre todos. Saori le sonrió desde su cama para que hablará.

-Le he traído esto, de parte de algunos de los santos. Es para que mejore.

La diosa sonrió por el detalle hacia los presentes. No lo esperaba, estaba conmovida.

-Gracias mis caballeros, por tanto. - objeto hacia ellos y volvió hacia la jovencita. -Por favor, déjame probar un poco y agradécele a quien la ha enviado, diles cuan complacida estoy.

La doncella asintió con alegría. Quizás aquel guiso la aliviaría.

-x-

Las horas transcurrieron y a pesar de comer la deliciosa sopa de Milo, la diosa no dejo de percibir aquel dolor en su cabeza por su enfermedad que cada vez comenzaba a revelarse más, por lo que no le dejaron más opción que administrarse un poco de medicinas, muy a su pesar.

Shion entonces, llamo a Saga pues él casualmente se encontraba esperando en su recinto junto a Kanon para entregarle informes sobre la reconstrucción del Coliseo. De inmediato,Shion le pidió a Saga que fuera hasta la ciudad de Atenas por las medicinas que la diosa necesitaba, un auto "deportivo" que Saori tenía a disposición para sus encargos fuera de Rodorio le estaría esperando para que hiciera rápida su encomienda. Y cuando Kanon escucho "deportivo " y presenciando esa conversación, no dudo en "sumarse "a la causa y sugerir su compañía con su hermano. Y Shion accedió para mala suerte de Saga.

Con la lista de analgésicos para su diosa, Saga se hizo camino hacia Rodorio junto a Kanon, bufando molesto por haber asignado a su lado en aquella misión por lo que el mayor de los gemelos solo esperaba que todo terminara prontamente.

Y para su mala suerte, Dite y Deathmask quienes vagaban en Rodorio de regreso al Santuario, se los encontraron en el camino y se unieron a ellos por "invitación de Kanon".

El geminiano mayor tras caminar algunos minutos hasta las afueras de Rodorio junto al muelle seguido de su trio de compañeros, se encontró con un hermoso auto deportivo rojo estacionado y disponible para su las placas que venian grabadas en las llaves del auto y supo que sin duda que ese era el auto indicado. Los cuatro miraron el espectacular automóvil con sorpresa, Realmente era bello.

Saga agito las llaves que le había dado Shion y que claramente "advirtió usar con prudencia" y abrió los seguros del auto.

El trio de santos que le acompañaban de inmediato se apilaron a las puertas y se introdujeron en él muy a su pesar. Saga se adentró a su vez y acomodo su asiento y el retrovisor, objetándole a los demás una vez sentados.

-No veo la necesidad del porque vayamos los cuatro hasta Atenas por la medicina si simplemente puedo ir yo solo.

-Saga, no confiamos en ti- soltó Kanon abrochándose el cinturón en su asiento de copiloto-Nos aseguraremos que no mates a Atena y traigas las medicinas correctas.

- ¿Es en serio Kanon, tú me lo estás diciendo? -soltó el mayor abrochándose el cinturón de conducir de igual forma y prendiendo el motor. - Solo no causen problemas o juro que no me abstendré de usar alguna técnica para mantenerles a raya.

-Nunca lo hemos hecho. - soltó el italiano atrás de su asiento, abriendo la ventanilla de su lado a plenitud. Dite le afirmo con el movimiento de su cabeza y una sonrisa, que perfectamente vio Saga por el retrovisor.

- ¿Seguros? - cuestionó irónico el mayor de los gemelos. -Se los advierto.

- ¡Ya Saga, solo maneja! - objeto con diversión Kanon y prendió el radio en el interior, sintonizando una estación de música donde la canción Uprising de Muse resonaba. El menor subió todo el volumen e hizo que su hermano le golpeara la mano para que le bajara el odiaba la música a gran volumen y a Kanon le encantaba sacar de quicio a su hermano.

-x-

Saga prendió el auto y comenzó a avanzar por la carretera a libertad, tratando de no acelerar mucho y percibiendo la brisa que se colaba por las ventanas abiertas. Para su fortuna, todo mundo en el interior iba en silencio y escuchando la música variante de la radio. Todo parecía estar bien.

Tras una hora de manejar, Saga por fin llego a la enorme Ciudad de Atenas. Las cosas lucían realmente distintas al Santuario. Y tras manejar un poco por las calles de la ciudad, por fin el cuarteto vio una farmacia de gran tamaño.

Saga no dudo, se estaciono frente a ella y descendió del auto, hablándole al trío por la ventana abierta de su asiento.

- ¿Quién me acompaña? -

Para su sorpresa, ninguno de los caballeros le atendió, recostándose a placer en los asientos y evadiendole.

- ¿Que no vinieron por eso, idiotas, para acompañarme?- cuestionó con ironia el peliazul.

El trio soltó risillas de diversión mal disimuladas al ver la desesperación del geminiano.

-Ve tu Saga, nosotros aquí esperamos.- contesto Kanon con cinismo.

El mayor de los gemelos chasqueo la lengua fuera del auto y fue entonces que Dite descendió del auto.

-Iré yo contigo, necesito comprar algo de beber.

DeathMask quien ya había recostado su cuello en el asiento y cerrado los ojos, los abrió de inmediato ante la sentencia y saco su cabeza hacia la ventana, gritándole a su amigo el sueco.

- ¡Hey Dite!, cómprame algo, no seas maldito.

Saga y Dite una vez fuera del auto, avanzaron hasta la farmacia mientras que Kanon y Deathmask esperaban en el auto. Fue entonces que Kanon se pasó al asiento del piloto ante la ausencia de Saga y suspiro al poner las manos al volante. Realmente quería manejar aquel auto.

Saga y Dite volvieron en minutos hacia el auto con la bolsa de medicinas solicitada y algunas gaseosas, sin embargo, la sorpresa no fue mayor para Saga al ver a su hermano menor en su asiento del auto.

Saga abrió la puerta de inmediato al ver a Kanon en su lugar y le invito con un ademán a quitarse de su asiento.

-Saga, déjame manejar. - suplico el menor de los gemelos con amplia sonrisa.

- ¿Estás loco? - Saga frunció el ceño mientras Dite se introducía al auto y sacaba algunas latas repartiéndolas entre ellos.

-Kanon, quítate. -puntualizo el santo de géminis, suspirando hondamente para no desesperarse.

- ¡Saga, por favor! - decía ente risas el ex marino- Solo déjame manejarlo hasta la salida de la ciudad y te lo devolveré...-objeto el Dragón del mar. - Lo prometo.

Su hermano mayor le negó y comenzó a jalarlo de la camisa para quitarlo de su asiento.

- ¡Kanon!

- ¡Saga!

Los gemelos comenzaron a gritar mientras Dite y Deathmask veían con diversión la escena. Por una parte, Saga fastidiado afuera del auto, jalando a Kanon para que se quitara del asiento y el menor riendo a placer sujeto al volante.

Saga golpeo el suelo desesperado con su pie, sabía que Kanon se aferraría a manejar hasta lograrlo y él no podría usar sus técnicas en un lugar público y con tanta gente a la que podría herir, por lo que suspiro resignado y paso la mano en sus cabellos tratando de calmarse.

-Está bien, solo hasta la salida del a ciudad y me lo devuelves o te hare pagarlo, lo juro.

Kanon ensancho su sonrisa ante la afirmativa y le hizo rodear a su hermano mayor el precioso auto para sentarse en el asiento de copiloto.

Saga estaba molesto, por lo que casi le arrebato la mano a Dite cuando este le ofrecio una soda para beber. Saga solo esperaba a que esa nof uera una mala idea.

-¿A todo esto...sabes manejar?- pregunto el griego bebiendo su lata de refresco.

El menor tomo las llaves y encendio el auto escuchándolo resonar ante el acelerador sujeto por su pie. -No bien, pero confía en mí, no deseo morir de nueva cuenta, así que seré prudente.

- ¡Oh, por los dioses! - grito Dite al escuchar el acelerador y se colocó de nuevo el cinturón de seguridad al igual que Saga.

Tan pronto Kanon tomo el volante, la adrenalina corrió el cuerpo de todos a bordo. El menor de los gemelos en segundos, apretó el acelerador y comenzó a manejar rumbo a la carretera, elevando su velocidad.

-Kanon...-comento Saga al sentir poco a poco la tracción hacia su asiento sin si quiera poder beber su lata con gaseosa. -Baja la velocidad, estamos en una ciudad.

El menor se hizo oídos sordos y continuo su camino, avanzando por los senderos despejados a gran velocidad.

-Kanon...

En segundos, los santos abandonaron la ciudad y comenzaron a avanzar entre carretera. Para entonces, toda promesa se había olvidado y el geminiano menor ya había enloquecido con el auto.

- ¡Kanon, baja la velocidad! - gritaba Saga sujeto a una manilla sobre su asiento, apretando los dientes llenos de ansiedad ante la velocidad. - ¡Quiero seguir viviendo estúpido!

- ¡Genial, vayamos a 130 kilómetros por hora! - decía el ex marino acelerando aún más, apoyando su espalda en el asiento.

- ¡Kanon! - grito Saga desesperado al sentir la presión del aire, aventarlo contra su asiento.

- ¡Oh por los dioses! -grito Dite al sentir el acelerar del coche y su hermoso rostro estrellar su mejilla involuntariamente sobre el vidrio a su costado al dar una curva con el auto mientras su amigo Deathmask reía a placer y sonreía al sentir el aire de su ventana abierta, entrar violento y despeinarle los cabellos.

- ¡Genial! - soltó Deathmask con diversión.

- ¡Kanon! -gritó Saga totalmente exasperado.

-x-

Media hora después, Kanon y Deathmask anuncio su presencia fuera del salón papal sosteniendo en su mano una bolsa con medicinas mientras Saga con los cabellos despeinados y ligeramente mareado, así como Dite de mejilla roja le seguían.

-No se tardaron nada muchachos. - objeto Dohko al ver a aquellos santos penetrar la habitación.

Kanon y Death compartieron una sonrisa, no así Saga que les miro con recelo a los dos ante lo que le habían hecho pasar en el auto mientras Dite sonreía por debajo, cruzando sus brazos hacia ellos.

-Gracias por la medicina. - objeto Dohko recibiendo las llaves del auto de manos del cangrejo.

-Gracias muchachos pueden retirarse. - soltó Shion hacia ellos sin entender como los cuatro santos se habían juntado de repente. El cuarteto salió de la habitación tras su misión, no sin que Saga siguiera viendo con recelo a su hermano. Sin duda algún día, se las pagaría.

Por lo pronto y con cuidados de sus santos, la diosa pronto se recuperaría.

Continuara...

¡Sopa para todos, ¡Milo invita y por favor jamás le presten su auto a Kanon, ni sean así de imprudentes!

Por cierto, ese Milo siempre quiere ser protagonista de todos mis fics, mi arquerito se va a poner celoso, pero me divierte mucho escribir de él, habrá más de él por aquí y de todos los santos en general, a ver que resulta, solo paciencia, denle follow para cuando publique no se lo pierdan porque luego tardo.

Espero haberles sacado un par de risas, yo las necesitaba. Saludos lindos lectorcitos, sean felices siempre.

 
 
 

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